Es fácil recordar aquellos años de niños o jóvenes a aquellos hombres que estaban frente a una gran máquina de cocer y con una fila de al menos cinco personas cada uno, reparando zapatos, poniendo tapas, suelas, medias suelas y por supuesto cociendo aquellos que empezaban a abrirse; todo ello sobre la calle Moctezuma, cerca de la explanada Alhóndiga, entre los mercados Hidalgo y República.
Después de décadas algunos aún se encuentran en el lugar, mientras que otros han sido sustituidos por alguno de sus hijos u otro familiar, en un negocio que parecería está en extinción, sin embargo, no es así, el negocio solo ha cambiado, pues ahora ya no son tapas, suelas y cocer zapatos, ahora también es cocer bolsas de piel, pintar y cocer o pegar cinturones, poner cierre a las mochilas y dar mantenimiento a aquellos zapatos o botas aterradas por el bailongo del fin de semana.
Un grupo de personas, en su mayoría hombres, ofrecen todavía sus servicios como reparadores de calzado “Zapateros Remendones” como se les conocía anteriormente desde hace casi cinco décadas.
Platicamos con el señor Rafael, quien tiene 47 años, desde 1978 en la calle Moctezuma, del lado opuesto al mercado Hidalgo, donde se dedica reparar zapatos para dama y caballero, mochilas, bolsas para dama y cinturones en un horario de 11:30 a 16:30 horas de lunes a sábado.
Rafael nos cuenta orgulloso que es un oficio que le ha permitido por décadas ser el sustento de su familia, desafortunada o afortunadamente, ninguno de sus hijos se dedicó a este oficio, ya que, de sus cuatro descendientes, tres son mujeres y el único hombre estudió la preparatoria y no quiso seguir los pasos de su padre.
José Asunción, es otro de los “zapateros remendones” que se ubican en la explanada, el desde hace 39 años, nos cuenta que las tapas de mujer, los cocidos de los hombres y en esta temporada de regreso a clases incrementa mucho el trabajo de reparación de mochilas, que compensa un poco con la baja en la reparación de calzado.
Asunción nos platica, que a la entrada de los productos chinos al país disminuyó el trabajo, sin embargo, la gente se dio cuenta pronto en el país que era un calzado poco duradero y gradualmente se ha ido recuperando a los clientes, quienes saben que un zapato mexicano es más duradero que el Chino, el cual además es un calzado que no tiene reparación, por su mala calidad.
Al igual pasa con las bolsas y mochilas y nos da el ejemplo de que mientras que una mochila puede alcanzar un costo de 300 hasta 700 pesos, repararla y ponerle un sierre de buena calidad le sale a la persona apenas en 100 pesos.
Las cosas cambian, pero parece que por muchos años más seguiremos viendo a estos hombres volver a darles vida a los zapatos que hacer ver elegantes nuestros pies y a prolongar la vida también de mochilas, bolsas, cinturones y todos los productos de piel.