Intervenir un bien inmueble dentro del Centro Histórico de San Luis Potosí implica seguir un proceso normativo riguroso y conocer a fondo las características del inmueble y su entorno urbano. Así lo explicó la especialista en patrimonio arquitectónico Patricia del Carmen Maltos Pacheco, quien detalló los aspectos fundamentales que cualquier ciudadano, arquitecto o propietario debe tener presentes antes de iniciar un proyecto en esta zona protegida.
San Luis Potosí cuenta con un Centro Histórico que se divide en tres perímetros: A (zona núcleo), B (transición) y C (zona de amortiguamiento), incluyendo los tradicionales siete barrios potosinos. Cada zona tiene lineamientos específicos que regulan las intervenciones permitidas, de acuerdo con su valor histórico y arquitectónico.
Antes de cualquier intervención, se debe determinar si el inmueble es monumento histórico, si está catalogado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), o si simplemente forma parte del entorno protegido. Según su clasificación, el trámite puede ser considerado como obra menor o obra mayor, siendo esta última la que implica modificaciones estructurales, restauraciones o cambios de uso.
Es fundamental conocer el inmueble, investigar sus materiales, su sistema constructivo (como adobe, piedra o morteros de cal-arena), y sus elementos arquitectónicos (cornisas, molduras, vanos, herrería). El objetivo es que cualquier intervención respete su carácter original y la imagen urbana del entorno.
Un tema frecuente es el nuevo uso adaptativo, como convertir una antigua casa habitación en hotel, siempre que el nuevo uso sea compatible con la función original y se respeten elementos estructurales, fachada, colorimetría y distribución. Ejemplos exitosos como el Hotel Casa Aranzazu o el Hotel City muestran cómo integrar servicios modernos sin afectar el valor patrimonial del inmueble.
En cuanto a las terrazas, estas sí pueden construirse en el Centro Histórico, pero deben cumplir con criterios de diseño, discreción visual y armonía con la fachada. Una terraza mal ubicada o sin remetimiento visual puede ser rechazada, mientras que otras, como las del Hotel City o el Hotel Margarita, están ocultas desde el nivel de calle y perfectamente integradas al paisaje urbano.
Otro punto delicado son las cocheras. No están prohibidas per se, pero dependen del perímetro en el que se ubique el inmueble. En perímetros A y B hay mayor restricción, mientras que en el perímetro C puede autorizarse si no afecta elementos originales y si se reutiliza un vano no original para el acceso.
También hay regulaciones estrictas para ampliaciones en planta alta, ya que éstas deben ser previamente aprobadas por el INAH. Una construcción sin autorización puede obligar al propietario a modificar o demoler lo ya edificado si no cumple con los requerimientos técnicos y estéticos.
La colorimetría es otro tema regulado. Existe un catálogo oficial de colores aprobado por el INAH, y cualquier modificación debe apegarse a él. Colores brillantes o no permitidos, así como anuncios invasivos, están fuera de norma. De igual manera, los anuncios comerciales deben seguir lineamientos específicos: deben colocarse sobre el dintel de la entrada, con letras independientes en color dorado, plateado o negro, sin iluminación interior, y jamás sobresalir del paramento de la fachada.
En el caso de los toldos, solo se permiten si se orientan hacia el sur o poniente (por exposición solar) y deben ser de diseño recto, color verde oscuro y sin rótulos. No deben fijarse en la cantera ni sobresalir más allá de 70 cm.
Patricia Maltos aclaró que el INAH no está cerrado a nuevas propuestas, pero cada proyecto se revisa de manera particular para asegurar la conservación del patrimonio. Además, el trámite de revisión de proyectos es gratuito, y el personal está disponible para asesorar antes de iniciar cualquier obra.